EL PARQUE DEL IREGUA (LOGROÑO). ¿Cuándo entenderemos los ríos?

El Parque del Iregua es un espacio perteneciente al término municipal de Logroño, y comprende el tramo bajo de ese río, entre el límite con el municipio de Villamediana de Iregua y su desembocadura en el río Ebro.

Por testimonios de gente que conoce el espacio desde hace muchas décadas, y también gracias a las ortofotos antiguas, que pueden consultarse en "Iderioja", podemos estar seguros de conocer la evolución que este lugar ha experimentado en tiempos recientes.

El bajo Iregua fue siempre un lugar de encuentro y disfrute al aire libre, donde las familias pasaban el día a la vera del río. No obstante, los tiempos fueron cambiando y la gente cada vez  se fue ligando más a la vida en las urbes, a medida que Logroño iba creciendo. La gente fue perdiendo ese contacto directo con el río, y por ende con la naturaleza. 

Este espacio se fue abandonando, sin que ello significara algo malo para el río. Al contrario, mediante las ortofotos próximas al año 2000 se puede observar cómo la vegetación de ribera fue reclamando lo que era suyo, y sin ayuda de ningún plan de recuperación fue colonizando, o mejor dicho recolonizando, la ribera del bajo Iregua.

Por desgracia, surgió el proyecto para crear el actual Parque del Iregua. El problema es que, parece que los proyectistas, el ayuntamiento, o quien fuera (seguramente todos), olvidaron algo obvio, que el lugar era un río. El parque proyectado era poco más que grandes extensiones de césped, sustituyendo el rico bosque de ribera. Además, el grueso de las obras consistió en alterar por completo el cauce del río, mediante encauzamientos y dragados, con el fin de que el río "no molestase", no se saliese de los límites que se le impusieron. Primer gran error que llevamos cometiendo durante décadas en cuanto al trato de los ríos. Además, estas actuaciones alteran profundamente todos los procesos naturales propios de un ecosistema fluvial, simplificando su funcionamiento y por tanto perdiendo hábitats, nichos ecológicos y especies.

Mi padre, que pasó su infancia a orillas del Iregua, siempre me cuenta lo que en su día fue este lugar. Había manantiales, choperas viejas, pozas, meandros, lagunas de aguas calmadas y llenas de vegetación, con ranas, tritones, etc. En el río, que cada año se inundaba y dibujaba un nuevo cauce, abundaban las loínas, los barbos y las truchas. Actualmente no hay rastro de nada de esto. Se destruyó por completo el bosque de ribera, seguramente alegando que era un bosque "sucio". Las lagunas y manantiales se taparon tras los intensos movimientos de tierra, perdiendo por completo este hábitat tan valioso. Además, en lo que respecta al río, se encauzó construyendo escolleras en las orillas, perdiendo así la conexión de la ribera entre la tierra y el agua, que es lo que de verdad hace rico a este tipo de hábitat. Con esto se consiguió el objetivo de encauzar el río, para impedir que se desbordase durante las crecidas, es decir, perdiendo otra figura o función importante, la de la llanura aluvial o de inundación. El resultado final es el que podemos ver hoy en día: grandes extensiones de césped (que hay que regar) donde debería haber un denso bosque de ribera, un río que en muchos puntos parece más un canal, sin meandros, sin pozas, sin refugios como raíces, toperas, etc., donde hubo un cauce natural propio de un tramo bajo como este. En definitiva, se pasó de lo heterogéneo, de lo diverso, de lo natural, a lo homogéneo, a lo ordenado y a lo artificial.

Mi principal crítica no es que se pretendiera hacer accesible este entorno. Me parece correcto que se pretenda acercar la naturaleza a la sociedad. El problema fueron las formas, la falta de ambición y sobre todo la ignorancia de la que hicieron gala los que proyectaron y permitieron estas actuaciones. No es que se creara un parque de ribera. Es que directamente se destruyó una ribera y se decidió colocar en su lugar un parque urbano, con poco más que césped y algún árbol suelto. Lo correcto habría sido esforzarse más por lograr el equilibrio entre disfrute y conservación, es decir, crear senderos que discurran entre el bosque de ribera (en lugar de talarlo e instalar césped), adecuar la orilla con técnicas de bioingeniería, utilizando plantas para fijar el terreno (en lugar de colocar escolleras de gran pendiente y sin huecos para que la vegetación se asiente), y así podríamos seguir con numerosos ejemplos.

Con parques como este, en los que el agua y la tierra aparecen como elementos separados, creo que no se fomenta en absoluto la conservación de la naturaleza, sino todo lo contrario. Las personas llegan a este entorno y son "obligadas" a circular por los senderos, observando el río como algo que está ahí pero que no te transmite nada en absoluto. Un río cuyo único elemento existente es el agua en muchos tramos, sin ver el conjunto de lo que es una ribera (agua+orillas+vegetación de ribera+fauna, etc.).

A continuación, detallo cada una de las que para mí son las principales afecciones de esta ribera, que pasó de ser un ecosistema a un parque artificial:

  • Alteraciones morfológicas:
Casi siempre que pensamos en los problemas del río dirigimos la mente al problema de la contaminación, pero no es el más importante en los cursos de agua de La Rioja ni de la península. Esto es consecuencia, una vez más, de esta tendencia que tenemos los seres humanos a clasificar todo y estudiar los elementos por separado. Con los ríos pasa que separamos por un lado el agua, y por otro la orilla. Creo que este es el principal error del que derivan todos los problemas actuales de los ríos. Hay que entenderlos como un todo, cuyos elementos son inseparables. Volviendo al problema en sí, uno de los más importantes, si no el más, y que más ha dañado nuestros ríos, ha sido la realización masiva de obras en los cauces, alterando su morfología. Hay otros ejemplos pero los más extendidos y dañinos son los siguientes: dragados y encauzamientos:
    • Cauce alterado:
Los dragados son actuaciones que, por diversos motivos (obtención de áridos, incremento de la profundidad del cauce para navegación, etc.) suponen la alteración del lecho del río, es decir, consisten en cambiar de algún modo (proporción, naturaleza, distribución) los materiales del fondo del río, el lecho. En este caso, en el bajo Iregua, antes el río presentaba numerosas pozas, y el lecho estaba en muchos tramos formado por grandes losas. Las obras de creación del parque causaron que el cauce se volviera homogéneo, eliminando las pozas y sepultando las losas bajo toneladas de cantos rodados, que ahora son el elemento predominante del fondo, habiendo desaparecido también las zonas arenosas o de grava más fina, fundamentales para muchas especies de peces. Con esto, una vez más, el resultado fue el cauce tan homogéneo que vemos hoy en día, que en definitiva supone un hábitat muy limitado, muy simplificado, donde no hay cabida para tantas especies como antaño.

Las presas son otro gran problema desde el punto de vista de la conectividad del río, ya que son barreras que fragmentan el hábitat acuático, aunque afortunadamente en este caso se trata de dos presas bastante pequeñas, que casi todos los animales pueden atravesar.








    • Orillas alteradas:
La otra actuación referente a la alteración de la morfología del río son los encauzamientos. Su función es, como indica su nombre, la de encauzar el río, es decir, obligarlo (o pretenderlo) a fluir dentro de los límites que se le pongan. Se trata de convertir el río en un canal, aislarlo por completo de uno de sus más importantes constituyentes, la llanura aluvial, rompiendo así la conexión de dos piezas fundamentales del conjunto. Con esta actuación se pretende evitar las inundaciones, en teoría, una vez más sin entender (o sin querer entender) que todos los procesos del río son naturales y necesarios para su correcto funcionamiento. Y las inundaciones son, por tanto, necesarias, ya que aportan agua a la ribera, así como nutrientes. Se ha demostrado que con estos encauzamientos no se elimina el problema de los desbordamientos, sino que, de hecho, se incrementa, aunque trasladándolo aguas abajo. Si conocemos la fórmula del caudal (Q = v * S), vemos que este depende de dos factores: la velocidad del agua (v) y la sección o área que atraviesa (S). Si a un caudal que es el que es, durante una crecida, le reducimos la sección por la que tiene que pasar (al realizar un encauzamiento, un constreñimiento), necesariamente va a aumentar la v, es decir, la velocidad de ese agua, y resultará fácil entender que a mayor velocidad mayor será la fuerza destructiva de ese agua de crecida. En conclusión, y como digo anteriormente, solo estamos trasladando estos problemas aguas abajo, y además con una mayor fuerza. Hay que entender de una vez que los ríos deben desbordarse. La cuestión es que debemos devolverles ese espacio robado de las llanuras de inundación, también llamadas vegas, para que la vegetación que allí crezca amortigüe los efectos de esa crecida (aquí entramos también en el tema del aprovechamiento del agua, que será mayor si en la ribera hay vegetación, porque disminuye la escorrentía).

Vemos como estas actuaciones desconectan por completo la parte acuática y la parte terrestre, perdiendo lo que sustenta esa riqueza natural de las riberas. Recordemos que estas escolleras llevan instaladas casi 20 años y la vegetación no es capaz de colonizarlas.

Escollera bajo el puente de la LO-20.

Algunos árboles (pocos), son capaces de colonizar la escollera. En este caso se trata de dos chopos, aunque uno de ellos ha muerto ya.


En el caso de esta escollera, están empezando a aparecer claros signos de socavamiento en su base. El agua choca, y aunque no rompe la roca, sí que excava en su base. Probablemente llegue el día en que esta escollera se venga abajo, lo que supone un gran riesgo para el sendero que está encima. En conclusión, pan para hoy y hambre para mañana en lo que respecta a proteger las riberas.

Bajo esta escollera vemos además un cauce muy homogéneo, prácticamente rectilíneo, donde la diversidad del hábitat acuático se ha visto reducida a su mínima expresión.

En lugares como este sí que veo comprensible que se instalaran estas escolleras. La seguridad que hay que darle a los cimientos del puente y el poco espacio que hay para situar el sendero hacen que sea muy difícil y arriesgado llevar a cabo otra alternativa. Pero estas actuaciones deberían limitarse a puntos concretos como este.
Durante las crecidas queda patente este problema de pérdida de conectividad con las orillas. El río no tiene capacidad de desaguar, y todo el caudal circula encajonado, viendo cómo su velocidad y por tanto su fuerza destructiva aumenta. Es un riesgo para la fauna de ribera, que puede morir ahogada al no ser capaz de alejarse del río. Otras consecuencias negativas son, como he dicho, la mayor fuerza destructiva del río, el desperdicio de agua, la mayor destrucción del lecho del río, etc.

Uno de los pocos ejemplos que se pueden ver en el tramo de lo que sería una orilla natural, estabilizada mediante las raíces de estos árboles. Además de ser una forma muy eficaz de estabilización, bajo estas raíces pueden ocultarse infinidad de especies animales.



  • Destrucción del hábitat:
Claro está que, para poder hablar del resto de amenazas, primero debe existir un hábitat. Es decir, si partimos con que el hábitat, en este caso el de ribera, con todas sus variantes, ha sido y sigue siendo destruido, poco importará todo lo demás. Y en el caso que estoy tratando resulta muy importante también conocer qué hábitats han sido destruidos, así como el estado de aquellos que perduran. Sobre todo me voy a centrar en dos de estos hábitats. El primero destruido por completo en este tramo. Ya no es posible encontrarlo. Son las zonas palustres, con diferentes matices. El segundo es el más típico, el bosque de ribera, que aunque todavía existe en el tramo, lo hace con una extensión ridícula teniendo en cuenta el potencial.
    • Zonas palustres:
Una zona palustre se caracteriza por tener agua estancada o con apenas movimiento. Estas zonas van siempre acompañadas por una vegetación típica, generalmente constituida por carrizos, juncos y similares. Son un hábitat tremendamente valioso y fundamental para innumerables especies, destacando quizás los anfibios y ciertas aves. En el caso de las riberas, no debemos imaginarnos una gran laguna como pueden ser los humedales de llanura. Tenemos que imaginar pequeñas charcas, de poca profundidad, que aparecerían en medio del bosque de ribera, o próximas al cauce del río, conectadas o no a él. Eran hábitats fundamentales, presentes antiguamente en esta zona del Iregua, donde criaban ranas, tritones y quizás incluso algún galápago. Sin embargo, y como consecuencia de lo comentado respecto a la desaparición de la llanura aluvial y al encauzamiento del río, simplemente estas lagunas ya no pueden formarse. Bien porque al no desbordarse el río el agua no puede llegar, o bien porque se ha movido mucho el terreno o construido en él y por tanto la laguna ya no puede generarse. Estas pequeñas charcas o manantiales son elementos completamente olvidados de las riberas, pero cuya importancia es fundamental para el mantenimiento de esa biodiversidad tan rica en origen de los ríos.

Bajo esta masa de zarzas yace el manantial que antaño propiciaba la aparición de las comentadas lagunas. Sus aguas, permanentes durante todo el año sin apenas variaciones de caudal, y completamente cristalinas, fluían entra las choperas, embalsándose en ciertos puntos, donde se desarrollaban la vegetación acuática tan necesaria para, entre otras cosas, que los tritones se reprodujeran. Tras las obras de creación del parque, este manantial fue relegado a su actual lugar, bajo el talud que sirve de límite para la zona de ribera. A día de hoy es, como se ve, una zona totalmente olvidada, sepultado bajo una masa continua de impenetrables zarzales, favoreciendo por ejemplo la acumulación de basuras que la gente vierte cuando se aleja del sendero principal para hacer "sus necesidades".


Interior del manantial.





Cuando hablo de que hubo muy poca ambición me refiero por ejemplo a este tema del manantial. En lugar de haber permitido que el manantial circulase entre las praderas de césped, formando pequeñas lagunas, incluso con pequeños puentes para rebasarlas, y observar la flora y fauna, se escogió la opción sencilla, la de borrar del mapa este elemento. Sin estas lagunas y manantiales, actualmente ya casi no hay ranas en este tramo del río Iregua. 

    • Bosque de ribera:
El bosque típico de las riberas, conocido por muchos otros nombres, como por ejemplo el de "soto". Se trata de bosques muy ricos, conformados por una mezcla diversa de especies, destacando los álamos, sauces, fresnos, alisos, etc. Son bosques que, de manera natural, presentarían un aspecto al que a veces se alude con la palabra "sucio", haciendo referencia al desorden que en ellos impera, con troncos caídos, ejemplares de diversas edades, un sotobosque denso, como si eso fuera algo malo. Al contrario, un bosque natural debe ser así. La situación del bosque de ribera en La Rioja, y en toda España, es bastante desfavorable. Han sido siglos de talas para poder instalar cultivos y en menor medida construcciones urbanas. En el tramo bajo del Iregua se destruyeron casi todos los fragmentos de bosque que habían conseguido recolonizar el espacio, para construir el dichoso parque. Sin embargo, y a consecuencia del enorme poder colonizador de esta vegetación de ribera, el bosque ha conseguido instalarse de nuevo en varios puntos, aunque, y este es el problema, es que el espacio donde se permite que esté presente la vegetación natural en el parque es muy reducido, por culpa de que casi todo el terreno se dedicó a la presencia de césped. Por tanto, el bosque se ha recuperado en aquellas pequeñas franjas de orilla en las que el río ha ido acumulando sedimentos, pero tal como está diseñado el lugar nunca recolonizará más zonas, porque no se le deja. Estas manchas que hay actualmente de bosque son claramente insuficientes y además aparecen aisladas entre sí, sin conectividad, perdiendo una función sumamente importante que llevan a cabo los ríos, la de corredor ecológico, en este caso conectando la Sierra Cebollera en el Sistema Ibérico con el río Ebro, y por tanto el Mediterráneo.

Extensas praderas de césped ocupan lo que un día fue propiedad del bosque de ribera, y que debería serle devuelto.

En algunos puntos el bosque de ribera ha conseguido recolonizar, pero está limitado por barreras como los senderos, las escolleras o las labores de mantenimiento del césped.



Un ejemplo a pequeña escala de las comentadas charcas de ribera. En un soto (el mejor del tramo) que ha conseguido recuperarse al cabo de los años, el agua de las crecidas se queda ahí y genera este pequeño encharcamiento, que aunque no exactamente igual que los que se creaban hace décadas, sí que podría llegar a evolucionar hacia esa etapa y servir para esas funciones perdidas.

El césped se extiende a ambos lados del camino, dejando que el bosque de ribera ocupe una franja de anchura ridícula en comparación al lado del río.









  • Alteración de caudales:
Este es quizás el problema más difícil de subsanar, aunque también es uno de los más graves. Es difícil ponerle solución porque depende de algo ajeno al lugar, como son los usos del agua en la región. El río Iregua soporta, o trata de soportar, la regulación de dos embalses de cabecera, el de González-Lacasa (Ortigosa) y el del más reciente Pajares. Estos embalses persiguen el objetivo de asegurar la disponibilidad de agua de boca y para riego. Lo que hacen es guardar agua en épocas de lluvias, y soltarla en época de estiaje, es decir, utilizar el río como si fuera un mero canal para transportar el agua. Este cambio en la cantidad de agua que baja ya es de por sí negativo para el ecosistema fluvial, pero no es el más grave. Lo peor es de dónde viene el agua que sueltan los embalses. Ese agua sale del fondo, e imaginemos a qué temperatura estará el agua a 60-80 metros de profundidad, que es lo que aproximadamente tienen sus presas de altura. Este agua, gélida en comparación con lo que sería natural, es liberada por las presas cuando más necesitamos agua, es decir, durante el verano, época en la que las condiciones naturales de nuestros ríos consisten en caudales bajos y temperaturas altas. Son condiciones propias de nuestra situación mediterránea, y los peces, como todos los animales, llevan miles o millones de años adaptándose a esas condiciones. Hablando en plata, a un pez mediterráneo como son nuestros peces no le va a pasar nada porque en verano el río baje casi seco y se tenga que refugiar en pozas con poco oxígeno (hasta ciertos límites). Pero sí que le pasa algo (y mucho) si durante esta época soltamos al río miles de metros cúbicos de agua 5 grados por debajo de la temperatura normal. Resumiendo, a más agua no es mejor, si estamos hablando de nuestros ríos, que son ríos mediterráneos. Si a esto le añadimos que el río está encauzado y sin refugios, los peces pequeños (recordemos que los alevines nacen en primavera, por lo que en verano aún son pequeños) no son capaces ni de ocultarse ni de resistir la corriente.
  • Contaminación:
Seguramente el primer problema que nos viene a todos a la mente, y que a pesar de vivir en una época en la que este tema se cuida más, todavía vemos muchos ejemplos de que la permisibilidad es muy grande y que los límites de lo que es o no legal son bastante maleables, más para unos que para otros.
En el bajo Iregua se siguen produciendo vertidos que son intolerables, y de seguir así seguramente acaben con la poca vida subacuática que aún está presente.
Respecto a contaminación hablamos de dos tipos: la puramente química, con productos de muchas clases que llegan de forma difusa y también de vertidos urbanos o industriales, pero también de la producida por residuos sólidos, que en el río son muy variados. Generalmente botellas de plástico, telas, hierros, etc.
Se ha comprobado que la contaminación química del agua tiene efectos tan inesperados (al menos por el grueso de la sociedad) como que produce un desequilibrio en los sexos de ciertas especies de peces, lo que se llama feminización, que consiste en que los peces se vuelven hembras a consecuencia de algunos productos químicos que liberamos al agua. Esto produce, como digo, un enorme desequilibrio en las poblaciones, que puede llegar a hacerlas desaparecer.






  • Especies exóticas invasoras: 
La segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel mundial son las especies exóticas invasoras, aunque de momento en el bajo Iregua el problema no es grave. Al menos no tan grave como en el cercano Ebro, bastión de casi todas las nuevas especies que nos llegan, generalmente peces. Sin embargo, no hay que olvidar el asunto, y la prevención y observación deben ser constantes.
Lo que llama la atención es que, en el caso de la flora, se continúen empleando especies exóticas con potencial colonizador, en actuaciones paisajísticas o de jardinería como fue la creación de este parque. 

Ailanto (Ailanthus altissima)

Falsa acacia (Robinia pseudoacacia)


FACILIDAD DE RECUPERACIÓN DE LAS RIBERAS. Una gran suerte
Como hemos visto, los problemas son numerosos y graves. No solo para esta ribera sino para muchas otras.
No obstante, a modo de segunda oportunidad que nos brinda la naturaleza, quizás ya inmerecida, nos hemos empezado a dar cuenta de que este potencial recolonizador que tienen las especies vegetales de ribera puede sernos muy útil para precisamente recuperar estos espacios degradados. Me refiero con ello a lo que se conoce como "bioingeniería". Son técnicas que se basan en el uso de especies vegetales de ribera para, entre otras cosas, estabilizar márgenes y recuperar el hábitat, y que podrían (deberían) utilizarse de ahora en adelante para actuaciones como la que fue la creación del Parque del Iregua, compaginando mejor la conservación de los valores naturales y el disfrute del entorno por parte de la sociedad. 

Términos importantes:
  • Corredor ecológico: vía que conecta dos áreas naturales, más o menos distantes, mediante la cual las especies pueden viajar de manera más sencilla y segura que por los alrededores. Los ríos actúan como tal gracias a la vegetación que les acompaña, mucho más frondosa que la de los alrededores, donde en muchos casos ya solo quedan zonas de cultivo. Las riberas se convierten así en una clase de oasis, a través de las cuales los animales pueden viajar grandes distancias y conectarse así con otras poblaciones de su misma especie, combatiendo problemas como la consanguinidad, tan nociva para la conservación de especies.
  • Escorrentía: es el agua que "escurre" por la superficie terrestre, la que no se filtra. Cuando una ladera está desnuda, sin vegetación, el agua de lluvia va a fluir libremente, erosionando el terreno y llevándose consigo todos los contaminantes y sedimentos que allí estuvieran, terminando por llevarlos hasta el río, aumentando así su turbidez o sus niveles de contaminación, perdiendo además mucho suelo fértil, un recurso tan preciado hoy en día (y más teniendo en cuenta el panorama que se nos presenta con el Cambio Climático y la desertización en España). Sin embargo, si esa misma ladera tiene vegetación, esta obligará al agua a infiltrarse al hacer que fluya más lentamente, combatiendo así los problemas anteriormente mencionados.
  • Llanura aluvial o de inundación: es el terreno, bastante llano, que el río ocupa de manera natural cuando lleva su caudal máximo. Es una figura muy importante, donde de manera natural se desarrollaban los bosques de ribera, que ayudaban a amortiguar estas inundaciones. Desgraciadamente es donde se han colocado la mayoría de cultivos, así que se pierden los beneficios tan necesarios de los bosques de ribera. Muchas veces incluso se ha tratado de destruir esta conexión entre el río y su llanura, llevando a cabo los conocidos encauzamientos.
  • Nicho ecológico: hace referencia al lugar que una especie ocupa en el ecosistema, sin entender este lugar como algo físico. Es algo más como lugar funcional, la función que cada especie desempeña en el ecosistema. Cuanto más variado sea un hábitat, cuanto más heterogéneo, más nichos ecológicos distintos tendrán cabida. Si simplificamos el ecosistema hay nichos que desaparecen, y por tanto las especies que los desempeñan desaparecerán también. 
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