Pese a que el Parque Natural de Sierra Cebollera es un entorno muy conocido por todos, con rincones muy concurridos, como las Cascadas de Puente Ra, el Achichuelo, la Laguna de la Nava, etc., aún es posible dar con lugares perdidos y olvidados, que ven pasar el tiempo ajenos a todos los eventos del mundo humano. Esta laguna es uno de esos escasos rincones, y tras un tiempo meditando ir, al fin nos decidimos a buscarla. Una vez allí, y dado que en los mapas que hemos consultado no aparece su nombre, o ni siquiera ella misma, decidimos bautizarla nosotros mismos.
Tras recorrer praderas, bosque y (mucho) matorral, conseguimos dar con ella, y la primera imagen nos dejó boquiabiertos, ya que no esperas que un paraje tan bello pueda permanecer relativamente tan inexplorado en la actualidad. Un vistazo rápido a la orilla sirvió para estar seguros de que muy poca gente llegaba hasta allí. Ausencia total de cualquier desperdicio humano, la vegetación exuberante, sin estar demasiado pisada ni por humanos ni por ganado... Eso sí, de fauna silvestre había bastantes restos. Excrementos de ciervo, de corzo, de jabalí, de zorro...
Esta laguna se encuentra en una pequeña depresión de terreno, a los pies de una morrena glaciar. Las orillas han sido colonizadas por los pinos silvestres (Pinus sylvestris), algunos de ellos de edades muy avanzadas, además de brezos y algún enebro. Tiene poca profundidad, y está repleta de vegetación acuática, que esos días relucía a la luz del sol bajo una fina capa de hielo.
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